Albur
Entonces su mirada
se entrelazó con
la mía,
sentí frío,
confieso.
Algo extraño
habitaba en mí.
No sé, si fue su
ausencia
que me condujo al
hastío,
sus pupilas
imprentas
abordaban mi corazón coraza.
Al ver mi rostro
enmudecido
se perdió en mi
mirada
y lo salvó el llanto.